En el vórtice eras agua que asperjaba con su pulso los hervores del hinojo, los quicios tibios de su aroma: velámenes de leche que al candor de la llama líquida vertida al horizonte, acendraba de resinas la hondura frutal de mis vapores...
Esperaría eternidades en tus ojos -salamandra- acorazando de un canto pálido tus lunas..También sueño migraciones de agua dulce, todos los riachuelos en la palma de tu mano...
Una corriente afrodisíaca para girar la lengua hasta encenderse...
ResponderEliminares el agua de mi piel la que hierve en tus calderas; resinas falicidas tus humores, que en tardes de embrujos embalsaman el caserio dominical
ResponderEliminargonzalo:
ResponderEliminarUn hada, el herbaje, tus sopores...El hechizo se consuma en la vertiente. De tu piel es el efluvio en que navego...
se consumará cuando no abandones mis mareas por la tarde, y la noche te descubra sirena de agua dulce.
ResponderEliminarEsperaría eternidades en tus ojos -salamandra- acorazando de un canto pálido tus lunas..También sueño migraciones de agua dulce, todos los riachuelos en la palma de tu mano...
ResponderEliminarNo es necesaria la eternidad cuando la voluntad y el amor forman parte del intento. Mis manos son el final de tu cascada.
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